Santísima Trinidad
Nº Lote: 51
Sobre el pintor Adriaen Isenbrandt y la amplitud de su taller tenemos mucha información en la documentación que se conserva sobre la Guilda de San Lucas de Brujas, donde trabajó la mayor parte de su vida. Sobre el nacimiento del pintor hoy en día no se conoce ningún dato. El primer dato fidedigno donde es mencionado el pintor es de 1510, año en que se establece en Brujas y donde adquiere su condición de ciudadano. En la documentación de la Guilda publicada se indica que fue elegido al menos nueve veces decano (vinder en neerlandés) y dos veces más gobernador o tesorero de la guilda. Forma parte de la última gran generación de pintores de la ciudad. Durante el siglo XV, Brujas había sido el principal centro comercial de los Países Bajos, y por tanto, uno de los más importantes de Europa. Su puerto se aprovechaba del canal que llegaba hasta la ciudad procedente del Mar del Norte. Este auge mercantil convirtió a la ciudad en un punto de destino de numerosos comerciantes y, relacionados con estos, de artesanos y artistas atraídos por la fuerte demanda de los numerosos mercaderes, tanto de aquellos que se establecían en la ciudad como de aquellos que viajaban a Brujas. Desde que en el primer tercio del siglo XV se estableciera Jan Van Eyck, y en torno a él, florecerá toda una nutrida colonia de pintores, auténticos maestros y cuyo arte se va a difundir más allá de las fronteras naturales de su ciudad en particular y de los Países Bajos en general. Ejemplos de la prolífica y extraordinaria lista de pintores de la escuela de Brujas son Jan van Eyck (Maaseik, 1390-Brujas, 1441), Petrus Christus (Baarle-Hertog, 1410-Brujas, 1475), Hans Memling (Seligenstadt, 1430-Brujas, 1494), Gerard David (Oudewater, 1460-Brujas, 1523), Jan Provost (Mons, 1465-Brujas, 1529) y, ya bien entrado el siglo XVI, Ambrosius Benson (Milán, 1495- Flandes, 1550) o nuestro Adriaen Isenbrandt. Adriaen Isenbrandt, de alguna manera, es un verdadero colofón a la escuela de Brujas en su primer siglo de existencia, ya que, a lo largo del siglo XVI, tanto Bruselas como, sobre todo, Amberes toman el testigo en la primacía y calidad de sus autores y obras. Adriaen Isenbrandt se inspiró en las generaciones anteriores. Su pintura recibe préstamos de Van Eyck, de Hugo van der Goes (Gante, 1440-Auderghem, 1482), de Hans Memling, de Jan Provost pero, en especial, de Gerard David, de quien parece que fue discípulo o incluso colaborador. De ahí Gerard David extrae una carácterística muy notable de su estilo, la introducción de una cierta técnica de “sfumato”, al modo italiano. Sus figuras no tienen un contorno lineal y bien definido, habitual en sus predecesores. Por el contrario, suele utilizar una cierta y sutil gradación de tonos y de claroscuro en los contornos, en especial, en las carnaciones de sus personajes, de modo que suaviza e integra a sus personajes en la atmósfera que les rodea. Esa técnica de difuminado en Isenbrandt está especialmente acentuada y es una forma de reconocer sus obras, tal y como se puede corroborar en la pintura del presente estudio. Su éxito en la ciudad donde se estableció fue rotundo durante la primera mitad del siglo XVI y la gran cantidad de encargos que recibió debió de obligarle a tener un amplio taller del que salían numerosas tablas, la mayor parte devocionales y cuyas composiciones remitían a las 3 grandes obras de sus antecesores dentro de la escuela de los Primitivos flamencos. Así, por ejemplo, tenemos documentado el encargo del Ayuntamiento de Brujas para ejecutar una serie de paneles decorativos con motivo de la entrada triunfal del Emperador Carlos V en 1520. Su producción tuvo una proyección y un eco extraordinario, no sólo en los Países Bajos sino también en lugares como la propia España que se convirtió en uno de los destinos prioritarios de las tablas que salían de su taller. A juzgar por las obras que se conservan de este maestro tenemos que contar con un número importante de colaboradores que reprodujeron bajo la dirección del maestro numerosas composiciones originales del maestro hasta la saciedad. Pero no sólo del maestro sino también reinterpretaciones de obras anteriores como es el caso de la pintura del presente estudio. La obra que nos ocupa es una reinterpretación de la Trinidad de Robert Campin, tabla que forma parte de un díptico, actualmente en el Hermitage de San Petersburgo, y que, a juzgar por las numerosas copias e interpretaciones, gozó de una notable popularidad. Al igual que la tabla de Robert Campin, nuestro pintor ha situado a la izquierda del espectador al cuerpo muerto de Cristo: cabeza caída hacia su hombro derecho, la mano derecha que abre la herida en el costado, producto de la lanza de Longinos, y el brazo izquierdo caído. A su lado, y sujetándole, Dios Padre, vestido con capa pluvial y coronado. A diferencia de la tabla de Campin, nuestro pintor ha situado a la Paloma, símbolo del Espíritu Santo, en el hombro izquierdo de Dios Padre, mientras que Campin la coloca encima del hombro izquierdo del Cristo muerto. Desde luego no cabe duda de cuál fue el motivo de inspiración de nuestro pintor. No fue el único ya que se conservan numerosas versiones tanto del propio entorno de Campin como, en general, de toda la pintura flamenca de fines del siglo XV. Desde el punto de vista formal hay dos características relacionadas con el taller de Adriaen Isenbrandt. El primero de ellos, sin duda, son los modelos humanos de la pintura. En este caso, uno de los dos rostros, el de Jesucristo muerto, es un buen ejemplo. El rostro tiene una estructura muy clara: formalmente es un triángulo casi equilatero estructurado en torno a la cabeza y la barbilla muy aguda. De resultas de esa estructura triangular se puede ver que es un triángulo con base ancha y vértice bajo, de modo que la impresión de la cara es la de una cara redonda, con la barbilla muy agudizada y ancha. Del mismo modo, se observa algo muy semejante en el rostro de Dios Padre. Si observamos rostros de otros maestros flamencos anteriores o coetáneos vemos que predominan los modelos de rostros formados por un óvalo, o simplemente alargados, como los de Dirk Bouts, Hans Memling, Hugo van der Goes y tantos otros. En este aspecto sigue la línea artísitica de modelos que arranca en Petrus Christus y Gerard David, de rostros más redondeados. La principal diferencia con los dos anteriores está en esa forma redondeada, pero con una barbilla en ángulo bastante pronunciado. En nuestro caso, se ve perfectamente el rostro triangular invertido de Cristo y quizá cubierto por su abundante barba canosa en la figura de Dios Padre. Este mismo tipo de rostro aparece en numerosas representaciones en la producción de Adriaen Isenbrandt, sobre todo en las figuras de Cristo. Un buen ejemplo afín al nuestro es el de Cristo, varón de Dolores del Museo Nacional del Prado. También, se ven rostros semejantes en otros personajes, en especial, en las figuras de apóstoles e incluso comitentes. La segunda característica es, sin duda, el uso tan habitual en Isenbrandt del “sfumato”, del difuminado de los contornos con un claroscuro que gradúa la transición de una forma al espacio que la circunda. Este “sfumato” distingue a Isenbrandt y lo hace reconocible. Y aquí se ve nítidamente. El “sfumato” se distingue a la perfección en el cuerpo y cabeza del Cristo, ese suave claroscuro que vemos en los hombros, o en los rostros, también el de Dios Padre. También, se puede ver en la imagen de la paloma, pintada con soltura y una cierta modernidad que contrasta con los paños quebrados y angulosos de los paños y mantos de los dos personajes principales. No conocemos obras seguras de Isenbrandt que hayan sido pintadas sobre lienzo. Al igual que todos los pintores de su época en los Países Bajos Isenbrandt pinta sobre tabla, y, más concretamente, sobre madera de roble. Pero, en la primera mitad del siglo XVI, ya se conocía y se usaba el lienzo, de tafetán o mantelillo, y antes, la sarga. Bien es cierto, que el uso del lienzo se había extendido primeramente en las escuelas pictóricas del norte de Italia; y no es menos cierto que pintores flamencos como Michel Coxcie (Malina, 1499-1592) pintaron sobre lienzo en numerosas ocasiones. El que este cuadro sea lienzo podría ser motivo para empezar a comprender cómo se introdujo en las viejas escuelas del Norte de Europa este novedoso soporte. Mientras ulteriores estudios no nos demuestren dicho uso entre los maestros de Brujas en la primera mitad del siglo conviene asignar esta pintura al taller de Adriaen Isenbrandt, si bien es verdad, que la fecha de fallecimiento del pintor, en 1551, nos sitúa en una fecha en la que podría haberse extendido el uso de la tela como soporte en las diversas escuelas de los Países Bajos, sobre todo, gracias a las estrechas relaciones comerciales entre esta región e Italia. Concluimos, por tanto, que el cuadro se puede asignar al taller de Adriaen Isenbrandt, de cuyos modelos y técnica deriva con claridad el cuadro, en una fecha que podríamos situar en torno a 1550, más o menos en los últimos años de la vida del artista. Se adjunta certificado de D. José María Quesada Valera (Instituto de Estudios Histórico-Artísticos S.L.). ___Bibliografía: • Bermejo Martínez, Elisa (1975): «Nuevas pinturas de Adrian Isenbrant», Archivo Español de Arte, vol. XVIII, Madrid, pp. 1-25. • Borchert, Till-Holger (1998): , «Adriaan Isenbrant», Bruges et la Renaissance: De Memling à Pourbus, cat. exp., Brujas, Stichting Kunstboek, pp. 120-139. Ilustración 6: Adriaen Isenbrandt, Misa de San Gregorio, Prado, Madrid • Friedländer, Max Julius (1973): Early Netherlandish Painting, Bruselas, La Connaissance, t. IX.