Guitarra
Nº Lote: 860
«Contaba el violero francés Daniel Friederich, que es aspiración de cada guitarrero alcanzar un sonido personal a partir de fabricaciones sencillas. Que los estilos de cada uno están sujetos a sus conocimientos, y estos se basan en la observación de los maestros del pasado y la práctica, la perseverancia, la audacia... y también en los éxitos, que son necesarios(1). Sin esos mimbres es imposible encontrar una expresión propia, y menos desarrollarla. Ese milagro se produjo en el último cuarto del siglo XIX, de la mano del violero almeriense Antonio de Torres Jurado (1817-92). Torres, es el constructor más determinante en la historia de la Guitarra Española. Su producción se caracteriza por haber obtenido una sonoridad propia -el sonido Torres- que cambiará el significado del instrumento y su papel en la música moderna, pasando de mero acompañamiento a convertirse en solista de conciertos y protagonista de partituras. La calidad de sus piezas y la aceptación posterior de sus novedades, lo ponen a la altura de los grandes luthieres de la historia de la música. Es por ello que la documentación de alguna de sus obras provoca el interés del ambiente especializado. Aparecen poco, pero a veces despiertan del letargo de un armario o la desmemoria familiar. A esta circunstancia obedece la pieza que presentamos, propiedad de Doña Carmen Vicente Romero desde la década de 1950. Un ejemplar fabricado en 1859 en el taller sevillano del maestro, en calle Cerrajería. Puede que la principal característica de la obra de Torres sea indescifrable, al menos es difícil señalar solo una. Quizás el anhelo por sublimar la guitarra fuese su principal leitmotiv. Era conocedor del punto en que partía (la tradición vihuelista que le precede), y las debilidades inherentes del instrumento. Concluyó que necesitaba multiplicar sus posibilidades sonoras, y de manera empírica y personal -no contó con discípulos o aprendices- se dispuso a obtener un modelo diferente. Recogió las características de cada escuela constructiva y las concentró en una plantilla nueva, modificando la silueta del instrumento. Aumentó la longitud de tiro del cordaje y sobre todo el volumen de su caja armónica para mejorar su resonancia y multiplicar los tonos. Reforzó su interior con un sistema de barras y varetas, desarrollando el esquema de estas en abanico. Consolidó un nuevo puente e investigó con todo tipo de maderas a las que sometió a finos laminados y curvatura; varió el perfil de los aros y la situación de la cintura; es decir, hizo el camino completo hacia la guitarra actual. Este proceso, que singularmente cristaliza muy al principio de su producción, estuvo enriquecido por su afición al toque y el asesoramiento de los principales intérpretes del momento, que desarrollaron a través de sus guitarras una forma de expresión mucho más rica que la conocida hasta esa fecha. A pesar del localismo y el carácter artesano de su producción, tuvo conciencia de su época y del lugar al que quería llevar la guitarra. Sus obras se convierten en catalizador de la transición musical del Romanticismo del último cuarto del siglo XIX, al Nacionalismo preciosista y virtuoso, que elevará a los teatros piezas como la rondeña, el bolero, la jota, hasta ese momento instaladas en la categoría de lo vulgar. Para ello necesitaba una herramienta capaz de amplificar los sonidos y matices de la guitarra conocida. El catálogo actualmente acreditado de Torres suma ochenta y ocho guitarras y una bandurria. Fue editado por primera vez por José Luís de Romanillos en 1987, llevándose a cabo su última actualización en 2020, dos años antes de su fallecimiento (2). En ese lapso el inventario estuvo abierto, y de manera residual se fueron sumando ejemplares que documentó por motivos de restauración o venta. Como el propio autor pensaba, tendría que ser un registro permeable a la suma de ejemplares futuros, aunque de momento el número es exiguo, y la aparición de uno supone un revuelo en el ambiente cultural por su rareza y el valor que supone su autoría (podrían compararse a los sleepers de disciplinas como la pintura). El compendio organiza la producción en dos grupos divididos por la localización del taller: Sevilla entre 1852-69 (First Epoch), y Almería de 1875 al 92 (Second Epoch). Las guitarras se identifican con referencias que aluden a ambos, encabezadas por los acrónimos FE o SE seguidos de una secuencia numérica o alfanumérica. En las almerienses, la matrícula sigue la notación original signada por Torres en sus etiquetas(3) ; sin embargo, las sevillanas carecen de esta seriación (contienen la autoría, domiciliación de la tienda taller y el año de hechura). En este caso, el número de referencia lo asignó Romanillos siguiendo un criterio cronológico a medida que iba compilando el inventario. De esta primera época conservamos treinta y nueve instrumentos(4). La Guitarra de Carmen Vicente Romero que presentamos en estas páginas, podría matricularse como FE 10B; es decir solo se conocen diez como propias de la producción del maestro hasta 1859. Este momento es determinante en la obra de Torres, por consolidar sus conocimientos y desarrollar su producción más creativa. El arrojo de su juventud y las posibilidades que pudo encontrar en Sevilla: variedad de maderas, salida comercial del producto, contraste de su actividad con la de otros violeros, y sobre todo el contacto con un ambiente cultural propicio, lo colocan tempranamente como un referente profesional. Entre 1865-60 había construido para los grandes solistas del momento: José Martínez Toboso, Julián Arcas o Francisco Tárrega. La trascendencia de estos instrumentos es tan grande, que servirán a intérpretes de generaciones posteriores, como Miguel Llobet o Emilio Pujol, aunque puede decirse que esa tendencia ha llegado a nuestros días. Es un momento de búsqueda en el que realiza la transición de la guitarra Romántica al modelo actual. Varias novedades podemos apreciar en la pieza de Carmen Vicente. Torres trabaja con un modelo que, pese a seguir siendo reducido en longitud, ya es muy ligero (noventa y cuatro centímetros por ochocientos setenta gramos), e incorpora soluciones irrenunciables en su fabricación posterior: el tiro de cuerda de 640 mm y la nueva plantilla de caja, que adquiere una superficie de 1018 cm2. La selección de los materiales también está acorde con sus intenciones. La tapa - para el maestro la parte más determinante- está compuesta en madera de abeto en láminas desiguales curvadas muy finas, por debajo de 1.4 mm de grosor. La estructura interna presenta un par de placas a los lados de la boca y dos barras harmónicas por encima y debajo. En este punto se disponen cinco varetas en abanico, una de las principales señas de identidad del constructor almeriense. Los aros y fondo están hechos de madera de ciprés. Esta parte es interesante, por estar compuesta de cuatro fracciones unidas por tres barras horizontales. Para sellar la unión de cada una, Torres utilizó como tapajuntas renglones de papel pautado, lo que supone otra de sus singularidades. El mástil y cabeza es de ciprés, con clavijero de madera compuesto de piezas de nogal y remates en botón de nácar. El cuerpo superior de la guitarra se remata con forma de cabeza de gato, otro rasgo del autor. El diapasón es de palisandro y está organizado en 18 trastes de metal. El cordaje, pensado para cuerdas de tripa, es de seis. Como detalle presenta un golpeador de nácar en el lado de los agudos. La antigüedad del instrumento y su uso condicionó que fuese restaurado. Tenemos constancia de una reparación llevada a cabo por el constructor Manuel Ortega Sousa en 1967. Debió centrarse en la reparación de algunas grietas que son visibles en la tapa y uno de los aros. Recientemente por parte de la familia le fue encolado el puente en la Guitarrería Álvarez y Bernal de Sevilla. ---------------------------- (1)-Daniel Friederich (1932-2020). La tapa de la guitarra clásica y su varetado. El dilema del luthier. Traducción castellana incluida en Revista Orfeo, nº2. París 2013. (2)-La primera revisión de Romanillos sobre Antonio de Torres y su catálogo (ROMANILLOS 1987), se publicó como: Antonio de Torres. Guitar Maker. His Life and Work. Logmead, Shaftesbury, Dorset: Element Books Ltd, 1987. Sería ampliada en 1990 y posteriormente traducida y ampliada en varios idiomas. En castellano hay tres ediciones de 2004, 2008 y 2020. Todas publicadas por la sección de Historia del Instituto de Estudios Almerienses bajo el título: Antonio de Torres Guitarrero, su vida y obra. El dato aportado se recoge de la tercera (ROMANILLOS 2020, 253). Desde entonces el inventario podría haber aumentado en algunos ejemplares. (3)-Cuando Antonio de Torres se traslada a Almería, consciente de la originalidad cómo podría afectarle esta mudanza, modifica el contenido de sus etiquetas a las que añade el concepto 2ª época y un número que contabiliza su fabricación. El catálogo de Romanillos recoge cincuenta ejemplares de este momento, aunque siguiendo la numeración original sabemos que construyó al menos 155. Fuera del catálogo fue identificada otra como SE 35, construida en 1862, que fue subastada en Francia por la casa Vichy Enchéresm en 6-11-2021. (4)En este caso, desde la primera a la última edición se sumaron nueve. Romanillos las introdujo en el catálogo de manera cronológica, añadiendo a la referencia una letra (por ejemplo, del año 1864 datan cinco guitarras que se identifican según en orden de su aparición desde FE 21 a FE 21D)» Agradecemos al Dr. Gregorio Mora Vicente su exhaustivo estudio de la pieza.